13 mar 2012

ANTIC ESCRIT SOBRE LA CAMAMIL.LA DE L'ANY 1927

ELOGIO DE LA MANZANILLA
( Pagina Menorquina de EL BIEN PUBLICO  num. 226,
Mahón 20 de Agosto de 1927 ) L. Lafuente Vanrell

Feo vicio es la ingratitud. Desgraciadamente hemos de confesar los menorquines que somos ingratos con algunos de los elementos característicos de nuestra tierra.
  Nadie ha cuidado, que yo sepa, de elogiar como merece la benemérita tramontana. Nadie se ha preocupado de que la higiénica y protectora cal reciba el homenaje que se le debe. Nadie ha ensalzado como es de justicia la dorada y aromática manzanilla.
  Yo quiero reparar estas injusticias. Y dejando para otro día otras alabanzas, voy a ocuparme hoy de la manzanilla, la anthemis nobilis, que perfuma los campos y esparce sobre los breñales de la costa un verde alfombra salpicadas de motitas de oro.
  La otra manzanilla, la que nace de las ubérrimas viñas de San Lúcar, la que en tardes de toros y en noches de jarana rebrilla en las copas cristalinas con reflejos ambarinos y chispillas de oro pálido, la que enciende la sangre y pone en los ojos poemas de misterio y de amor, ha tenido muchos y entusiastas cantores que en prosa cálida y en versos sonoros le dedicaron las líricas pompas de su facundia meridional.
                                                                    foto Tomeu Barber
  Nuestra pobre manzanilla, la benéfica y humilde flor que nace espontáneamente en las altas planicies de la ribera entre piedras calcinadas y escasas tierras resecas, batida por los vientos rudos, tostada por el sol, barnizada por las brisas salobres, como no trastorna las cabezas ni enardece el ánimo, no ha tenido un trovador que haya entonado un cántico a sus modestas virtudes.
  La humanidad es así. Pero esto no debe continuar. No podemos permitir que nuestra exquisita manzanilla menorquina, tan apreciada en cuantos países es conocida, tan superior a sus similares de otras tierras, siga recibiendo la contínua ofensa de un silencio desdeñoso.
  Proclamemos con decision que la manzanilla de Menorca es una de las más sabrosas, aromáticas y calmantes que se conocen. Yo he probado en distintos sitios de España y Africa otras manzanillas que me hacian echar a faltar la nuestra; mi apreciación era exacta porque estaba contrastada con la de innumerables personas que la conocían y me decían con evidente sinceridad:
-Esta no es como aquella de su tierra. Como aquella no hay otra.
  Cuantas veces pude disponer de manzanilla menorquina y la ofrecí a mis amistades, fue grande la alegría de quiénes la conocían y unánime el voto de quien la gustaba por primera vez. Las peticiones de manzanilla me abrumaban y en algunas ocasiones oí con satisfacción esta alabanza:
-         ¿Quiere usted manzanilla?
-         Si es de Menorca, sí.
                                                        foto Tomeu Barber
Peticiones de ella las he recibido de todas las regiones de España.
 En Melilla, en Mdrid, en Barcelona, en Cádiz, he visto con placer en escaparates de lujo unos elegantes paquetitos de manzanilla de Menorca (algunos decían - de la Mola- que es la preferida) que se vendían a buen precio.
  Cuando en los campamentos de Marruecos recibía de mi familia un paquete posta, y al abrirlo exhalaba el inconfundible perfume, me parecía sentir los mas gratos aromas de mi tierra y no pocos compañeros me pedían el regalo de una taza de la dorada infusión que preferían al café, al té y a otras infusiones. Hasta algunos moros, tan apegados a su clásico tay, la saborearon con delicia y me pidieron más.
  Pero la manzanilla no es solamente agradable por su sabor. En la medicina casera ocupa lugar preferente, con incontables adeptos. Y hasta es útil como materia colorante, emplease por los fabricantes de licores.
  No se concibe que la produciéndose espontáneamente en esos terrenos que aquí llamamos marinas, próximos al mar y casi sin valor, no se haya estudiado bien el modo de que gran parte de la zona costera de la isla ostente una franja de manzanilla, cuya flor pudiera dedicarse a sus distintos usos según su calidad.
  Planta silvestre y abandonada a su propia suerte, nadie se preocupa de ella hasta el momento de arrancarle las preciadas florecillas. ¿Por qué no se ha de estudiar la posibilidad de propagarla, de impedir que desaparezca, de obtener de su cultivo y explotación los ingresos que pudiera producir? ¿Vale menos, en otro orden, que la trufa? ¿No brota ya con una marca acreditada en los mercados y con una demanda capaz de expansión?
  Las dificultades que haya hoy para su propagación y cultivo pueden vencerse como se hace con otras plantas industriales. Puesto que el medio parece propicio, es una lastima no aprovechar hasta donde sea posible. Esto fuera más práctico que los entusiasmos líricos que a la otra manzanilla elevan sus cantores. Pero la de San Lúcar y sus similares se venden en grandes cantidades y la nuestra en cantidades modestas. No hay razón para esta desigualdad siendo nuestra manzanilla tan beneficiosa y tan solicitada. Yo quiero dedicar estas líneas a su alabanza y si puede ser a su fomento.
                                                                       foto Tomeu Barber
  Mientras otros muestran si regocijo levantando en graciosos brindis las clásicas cañas, yo elevo con mi mano derecha la saludable taza de la infusión menorquina y brindo con ella, más humilde, más familiar y apacible que los vinos generosos, por esos polvorientos y achaparrados matojos metidos entre los pedruscos de la costa, por esos pequeños y misteriosos laboratorios que  de una zona ingrata, pobre, desértica, extraen los jugos con que alimentan sus maravillosas florecillas, botones de oro, cápsulas de grato perfume, que son nuestra deliciosa camamila.

                                                                          L. LAFUENTE  VANRELL.